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Ante todo, definir
bien a qué lectores va dirigido el libro. La extensión del
texto, su profundidad y el lenguaje que ha de emplear dependerán
de ello.
Introducciones,
índices, títulos
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Todo libro debe
comenzar con una introducción, de modo que sólo con leerla se
sepa de lo que trata. Esto también es recomendable en el caso de
los capítulos y secciones de la obra.
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El índice general
debe dar una idea del contenido y la estructura lógica del
libro, que se debe planear cuidadosamente para que tenga
sentido.
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Los títulos y
subtítulos deben clarificar los contenidos y nutrir el índice
general. Subdividir el texto lógicamente y dividir lo que se
escribe mediante títulos cada vez que resulte conveniente.
Lenguaje
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Usar una sintaxis
simple.
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Al describir un
procedimiento preferir las enumeraciones (listado con bullets).
Las instrucciones deben ser tan específicas como sean posibles
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Tener en cuenta que
los lectores tienen diferentes niveles de educación y
conocimiento sobre el tema. El texto debe ser accesible a la
mayoría de los lectores. Es posible que el lector no conozca
nada sobre el tema y haya que exponer primero lo que resulta
obvio para el escritor.
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Utilizar un número
limitado de palabras. No utilizar palabras difíciles que tengan
que ser buscadas en el diccionario. Si es imprescindible
utilizar palabras no comunes, utilizar palabras que estén en el
diccionario.
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Evitar las
ambigüedades y las palabras con muchos significados.
-
No usar la jerga de
los especialistas del tema, a no ser que se trate de un libro
dirigido a éstos.
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Los términos, las
definiciones, las descripciones y las instrucciones deben ser lo
suficientemente precisas y claras para que se puedan entender.
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Prescindir de los
regionalismos, de modo que lo que escribe pueda entenderlo
cualquier hispanohablante.
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Redactar el texto de
manera que sea fácil traducirlo.
Párrafos y oraciones
-
Los párrafos deben
ser cortos para evitar que la vista se canse. Pero debe
evitarse el estilo telegráfico de párrafos muy breves. Los
párrafos muy largos deben subdividirse. El nuevo párrafo que
resulte de la división debe comenzar con una frase u oración
introductoria que lo enlace con el párrafo anterior, por
ejemplo: “Otro ejemplo de ello es…”
-
Un párrafo corto
atrae mucho la atención, por lo que debe tratar de algo que se
quiera resaltar.
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Distribuir la
información de cada tema de modo que la entiendan lectores que
necesitan distinto grado de información. Lo más importante al
principio y lo menos importante al final.
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No escribir
oraciones largas. Bastan entre 20 y 25 palabras. Reducir cada
oración a lo esencial, utilizar solamente las palabras
necesarias y preferir los puntos seguidos a las comas. Sin
embargo, la concisión no significa suprimir información.
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No tratar más de un
aspecto en una misma oración.
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Evitar oraciones y
párrafos oscuros. Todo debe ser explicado de forma sencilla, en
lenguaje directo.
Información
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No hay que atiborrar
al lector con informaciones que carecen de importancia para el
tema que se trata.
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Comprobar los hechos
que se describen. No suministrar información de la que no se
esté seguro.
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El tema debe
tratarse de la manera más completa según el grupo de lectores a
los que va dirigido. Si por cualquier causa no se puede cubrir
un aspecto, se debe hacer explícita la omisión con una nota,
para que el lector pueda buscar lo omitido por su cuenta.
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En lugar de dar
opiniones es mejor relatar hechos o aportar datos que hablen por
sí mismos.
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Las imágenes y
tablas deben
situarse lo más cerca posible del texto donde se habla de ellas.
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